La política no da descanso ni en Navidad. Ayer se conocía que Salvador Illa, el que ha sido ministro de Sanidad durante la pandemia de la COVID19, será el candidato del PSC a los comicios catalanes del próximo febrero. Prácticamente al mismo tiempo, sabíamos que Lorena Roldán dejaba las filas de Ciudadanos para unirse al Partido Popular, también con vistas a las elecciones autonómicas de Cataluña.
Esto deja dos reflexiones muy interesantes, como digo siempre, bajo mi punto de vista. En primer lugar, la política se ha desdibujado de la realidad y crea, CIS mediante, una alternativa donde todo encaja bien. Durante la pandemia, la cual seguimos sufriendo, España ha sido el país con más sanitarios contagiados, la tasa de mortalidad más alta, solo equiparable con EE. UU. o Brasil y un descontrol de normativas más propias de una feria que de un Gobierno que, por cierto, estaba asesorado por un comité de expertos que el propio ministro de Sanidad, y hoy candidato a presidente de la Generalitat, reconoció que no existía.
Illa y Roldán y el problema de la política española
De la política se vive y se vive bien. Ciudadanos y el PP eran, bajo la visión de sus propios mandatarios, dos partidos completamente diferentes. La cosa es que cuando el barco se hunde, y según todas las encuestas se hundirá, parece que el PP no era ni tan corrupto, ni tan de derechas. Ergo, Lorena Roldán constata que a la política se viene a muchas cosas, pero no a cambiar el sistema.
Muchas veces lo he argumentado con datos, tenemos una clase política de un nivel medio-bajo, para un momento de máxima exigencia. El resultado es obvio: España, como pasó en la crisis de 2008, (cuando también gobernaba el PSOE) será el último país en salir. Por cierto, según los datos oficiales de este Gobierno, España superó la crisis económica en términos absolutos en enero de 2020. Poco más se puede decir.