Dejando a un lado los millones de memes, imposible no reírse con algunos, la política ha desfigurado la realidad. El problema de crea una polarización excesiva es justo este.
No es la derecha o la izquierda, pues ambos bandos usan la ruptura e incluso el insulto para referirse al candidato opuesto, y lo que es más lamentable, para referirse a los votantes del otro.
Sí, toda la situación que hemos visto en EEUU es lamentable sin paliativos y la ha producido una sola variable: la falta de calidad de sus políticos. Es evidente que Trump es el que gobierna, pero antes de Gobernar tuvo que ganar unas primarias en su partido y luego unas elecciones presidenciales. Él es parte del caos, pero el problema no comenzó con Trump ni acabará con él.
Imagínense un parlamento donde el insulto sea la vía de comunicación, donde incluso existan diputados que hayan escupido a otros, donde miles de manifestantes rodeen el Congreso en contra del que en ese momento era presidente y contra su toma de posesión. Aunque parece un espectáculo americano es made in Spain.
El mundo ha visto lo lamentable y la vergüenza que es la falta de respeto a la democracia. Creo que para mañana nadie se acordará. Sin embargo, cabe destacar que, antes de criticar a los demás, deberíamos de hacer una autocrítica.
Trump y el fin de la democracia
Para muchos analistas, lo que está en juego con Trump no es tanto la propia imagen de EE. UU sino la propia democracia. La idea de que uno de los principales baluartes de la sociedad actual haya sido tan desmejorado por un «showman». Sin embargo, bajo mi punto de vista, cabría plantearse lo siguiente ¿cómo llegó Trump a ser presidente? Fíjense que Trump ganó unas elecciones y en estas ha conseguido cerca de 74 millones de votos.
Probablemente, y sea cierto, la presidencia de Trump sea recordad como una mancha de la historia de la política americana, por cierto, como tantas otras. Sin embargo, tenemos y debemos de asumir que el populismo no es de ayer y no es un problema centrado en Estados Unidos. Europa y España viven desde hace años un proceso similar. Fue el propio partido Podemos el que entonó aquello de «hay fraude electoral» cuando ganó Mariano Rajoy. Qué lejos queda ¿verdad?
Debemos de hacer autocrítica y pensar que ni Trump ha sido el primer líder populista ni será el último.