El gran problema de la normalidad democrática: el 14 F y la abstención

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ERC acelera para cerrar un Gobierno independentista y  evitar que Illa opte a la investidura” publica El País; ERC inicia contactos para formar un Gobierno soberanista y sopesa impedir que Salvador Illa se someta a la investidura” titula El Mundo; “Aragonès apuesta por gobernar con Junts, CUP y ‘comuns’” lleva en su portada El Periódico; “ERC negociará con Junts, la CUP y comunes de “forma inminente” dice  La Razón; ERC y Junts debaten sobre los pactos: sólo entre “entre independentistas” o «vía amplia» con los comunes” edita La Vanguardia.

Lo cierto es que el interés por los pactos, crónica de un gobierno anunciado, dicho sea de paso; llena las portadas de los principales diarios nacionales. Sin embargo, hay un problema que se viene arrastrando en todos los comicios celebrados en tiempos de pandemia: la abstención.

Más allá de los pactos y quién vaya o no a gobernar, batacazo de Ciudadanos y Partido Popular incluido, la abstención es un problema real que afecta a la normalidad democrática. Con esto no estoy diciendo, y que quede claro, que con una participación mayor los resultados hubieran sido diferentes. No obstante, se trata de un tema a discutir y al que tiene que hay que buscar alternativas.

 

La abstención en democracia

“Desde 1980 no se registraba tan poca participación en las elecciones al Parlamento de Cataluña” recoge Onda Cero.

Por su parte, El Periódico de Cataluña hace un análisis más completo donde vemos lo siguiente “Tras el récord de participación del 2017, cuando fueron a votar el 79,09 de los electores, en esta ocasión se ha pasado al extremo contrario, al 53,55%. Los municipios más abstencionistas han sido El Montmell, Alfara de Carles, La Bisbal del Penedès y Sant Adrià de Besòs. En el primero la abstención se ha encaramado hasta el 67,46%, es decir, apenas han ido a votar el 32% de los electores. En el segundo, la abstención ha alcanzado el 61,46%. En el tercero, el 59,5% y en el cuarto, el 59,36%”.

Este fenómeno ya lo vimos anteriormente cuando El País informaba de que “Los comicios en Euskadi registran la mayor abstención desde los comicios de 1994 y en la comunidad gallega hay que remontarse a 1985 para encontrar un dato similar”.

Es cierto que en ningún punto de la Constitución se contempla votar en tiempos de pandemia. Sin embargo, debemos de empezar a plantearnos que se deberían de generar una serie de protocolos para incentivar la votación, tanto en estado de alerta sanitaria como en nuestro día a día.

Votar, en un país “sin normalidad democrática, como afirma el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias; permite que esta democracia imperfecta siga funcionando.

 

Javier Bustos Díaz | Experto en Comunicación Política