Hijos de la burocracia

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El expresidente de los Estados Unidos Ronald Reagan era aficionado a contar chistes. Entre su repertorio, basado en la Unión Soviética como marcaba la época, había uno que le hacía particularmente gracia, un soviético que se quería comprar un coche. “El hombre acude a la agencia oficial, da el dinero, y le dicen que puede venir a buscar su automóvil dentro de exactamente diez años. «¿Por la mañana o por la tarde?», pregunta el cliente. «Dentro de 10 años, ¿qué más da?», contesta el vendedor. «Bueno…», dice el hombre, «es que el fontanero tiene que venir por la mañana”.

Con este chiste se pretendía retratar la deficiencia del sistema comunista, así como la ineficacia de la burocracia a la hora de dar soluciones a las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, esto que nos parece un chiste se aproxima cada vez más a nuestra realidad.

Es un hecho que la COVID-19 ha puesto en jaque a todo el sistema, pero no es menos cierto que el sistema ya acumulaba unos retrasos inadmisibles. Por ejemplo, la doble paradoja de la cita médica. En ese caso, hay que esperar entre 3 y 4 meses a recibir la notificación de la cita y cuando llega, la cita es para dentro de otros 3 o 4 meses desde que te la notifican hasta la fecha en que acudes a consulta. Por otro lado, cualquier juicio por despido improcedente se celebraba con un mínimo de 6 meses a 1 año de retraso.

Y mejor no hablar de los procedimientos administrativos normalizados. En mi experiencia, cualquier resolución que lleve a cabo la Universidad tarda de 6 meses hasta 2 años. Olvídense si están esperando a un juicio trascendental, eso se puede retrasar entre 5 y 10 años.

 

 

Con estos datos ¿alguien se extraña de que el SEPE no pague los ERTE?

En el contexto en el que nos movemos ¿cómo nos pueden sorprender los titulares con retraso en la burocracia? El pasado 30 de julio, La Razón publicaba “Caos en el SEPE: sin cobrar el ERTE hasta noviembre”. Pues, en relación con los plazos que he establecido antes, se encuentra dentro de la normalidad española. Esto es, de 6 meses a 1 año.

Desde los sindicatos se advierte de la falta de personal. No obstante, ¿se trata de una falta de personal o de digitalización de procesos? En España, antes de la COVID-19, ya había más empleados públicos que privados, lo que conlleva a un balance negativo.

Por lo tanto, modernizar el Estado, eliminar plazos y digitalizar la burocracia parece una apuesta más sensata que seguir ampliando el ente público. La apuesta por renovar nuestra economía debe ser clara y sin dar lugar a opciones.

Sin embargo, esto no ocurrirá en España. En el trimestre 2 de 2020 se han registrado 18.607.300,23 personas ocupadas, lo que representa una variación de -1.073.999,94 de personas comparado con el trimestre anterior. Según la Encuesta de Población Activa (EPA).

Al mismo tiempo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revelado que España sufrió un desplome histórico en el segundo trimestre: la economía se hundió un 18,5%. Y, mientras el país se hunde, el presidente del Gobierno recibe aplausos en el Congreso de los Diputados, entiendo, por su buena gestión.

Al final, como en el chiste de Reagan, habrá vamos a tener cita en el SEPE para cobrar el ERTE, el mismo día que tenemos la cita del médico. Y mientras, la bancada del Gobierno seguirá aplaudiendo.

 

 

Javier Bustos Díaz | Experto en Comunicación Política