El reinado de Felipe VI sería más sencillo si Juan Carlos I hubiera muerto en lugar de haber abdicado. Es sencillo, al morir hace seis años sus logros como monarca brillarían más que sus sombras como persona. Sin embargo, el rey emérito abdicó y siguió dentro del juego de la política, donde antes o después todos caen.
Juan Carlos I rey de España ocupará dos capítulos imprescindibles en nuestra historia. El primero es la Transición. Nadie cuestiona la importancia de la figura del rey emérito a la hora de consolidar en España la monarquía parlamentaria. No obstante, el segundo capítulo será un libro de coaching inverso “Cómo perder tu prestigio tras ser un referente en tu país, ascenso y caída de un rey”. Demandas por reconocimiento de paternidad, cazar elefantes, y probable delito fiscal y blanqueo de capitales. Por supuesto, y como mandan los cánones de la justicia ciudadana en España, sin presunción de inocencia.
¿Se imaginan que pasaría si resulta ser exculpado de cualquier delito? Pues piensen que todavía no está ni investigado (antes conocido como imputado). El problema es cuando se quiere mezclar al hombre con el rey y obtener rédito electoral sin conocimiento de causa.
Juan Carlos I: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Si bien es cierto que la presunción de inocencia en España es algo que ha caído en el cajón del olvido, la culpa de estar en una situación límite y acabar con toda su buena imagen es única y exclusivamente responsabilidad de Juan Carlos I.
Como decía, ningún español deberíamos de cuestionar la figura del rey Juan Carlos I a nivel histórico. Solicitar, como se está haciendo, la retirada de calles y monumentos con su nombre es intentar borrar la mejor parte de un rey que dio lo mejor de sí en uno de los momentos más importantes de la historia moderna de nuestro país.
Por favor, la posverdad, esto es, distorsionar la realidad apelando a los sentimientos en lugar de a los hechos; ya es algo realmente innecesario en política. No lo hagamos con nuestra historia.
Juzguemos a Juan Carlos I, que los tribunales castiguen toda mala acción que haya cometido, pero hay que darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Una República para seguir en el poder
Como he argumentado otras veces, si la corona nos parece que está putrefacta, la clase política no tiene nada que envidiarle. Fíjense en un detalle, en los días anteriores a conocerse todo el asunto del rey emérito, Pablo Iglesias tenía que hacer frente a dos problemas judiciales y a uno vital. Los problemas judiciales se resumen en “El Caso Dina” y “La Caja b de Podemos”. En el primero, Pablo Iglesias ha pasado de perjudicado y héroe que superaba las cloacas del estado, a posible imputado. Por su parte, el segundo caso se explica en el siguiente titular: “El exabogado de Podemos ratifica al juez que había caja B: «La gente tiene miedo a hablar”.
Y en lo que respecta a lo vital, es decir, la continuidad del partido, desde Unidas Podemos afrontan un futuro muy incierto tras pasar de ser la segunda fuerza del parlamento gallego, a desaparecer en los últimos comicios.
Ahora, con fuerza y sin lógica algunos gritan ¡República! Queremos dignidad en la política. Como si la mayoría de ellos no hubieran delinquido nunca. Parece que una franja morada puede evitar la extinción de un partido.
Sin embargo, nunca llevarán a cabo dicho proyecto, pues inmediatamente después de votarlo en el Congreso de los Diputados, y en el supuesto de que saliese adelante con el apoyo de 2/3 de la cámara; habría que convocar elecciones.
¿De verdad alguien cree que desde el Gobierno alguien quiere acudir a las urnas?
La realidad más allá de la Corona
El objetivo que se perseguía con todo esto se ha logrado. En España solo se habla de si debería o no continuar la monarquía parlamentaria. Los partidos que dan forma a la coalición se enzarzan en una pelea sin sentido, mientras que la oposición aprovecha para arremeter contra el Gobierno.
Sin embargo, nadie habla de lo realmente importante en estos momentos en España: “Sánchez anuncia medidas para reactivar la economía, que superará la crisis en 2023”. España está inmersa en una crisis de la que ya podemos afirmar que no superaremos hasta dentro de 3 años como mínimo.
Pero supongo que eso no es importante, pues el presidente se ha ido de vacaciones y el Congreso de los Diputados no se volverá a abrir hasta septiembre. Mientras tanto, el rey ha muerto, larga vida al rey.
Javier Bustos Díaz | Experto en Comunicación Política