Ha sido la noticia de la semana: Muere Diego Armando Maradona a los 60 años. El exfutbolista argentino, conocido como “el pibe de oro” entre otros apodos, siempre será recordado por aquella carrera de 60 metros contra Inglaterra en la Copa del Mundo de 1986. Justo antes de esa acción, había marcado otro de los grandes goles de su carrera la “Mano de Dios”. Nunca un gol ilegal transcendió tanto en la historia del futbol.
Maradona, al igual que otros grandes deportistas de la historia, han conseguido trascender más allá de su propio deporte. Al igual que Michael Jordan, el astro argentino no era solo un futbolista, sino que era un ídolo de masas.
Sin embargo, Maradona siempre ha sido, es y será el claro ejemplo de cómo todo depende del punto de vista. Sí, el mundo del fútbol llora la muerte de una de sus leyendas, no obstante, Maradona representaba todo aquello que no tiene que ser un deportista.
Sus problemas con las drogas, el alcohol y su relación con la mafia no eran, precisamente, el ejemplo más adecuado para los jóvenes. Sus constantes escándalos con la prensa y una vida de locura y desafío digna del “Lobo de Wall Street”, hacían pensar si aquella era la misma persona que enamoraba al mundo por su forma de golpear el balón.
Maradona: dos vidas y una sola persona
La paradoja que se da en Maradona, futbolista de día y problemas con las drogas durante la noche, es algo que nos sirve para extrapolar un ejemplo que vale para todo: el resultado depende de donde queramos poner la atención.
Sí, podemos afirmar que fue uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Al mismo tiempo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que ese ídolo del mundo del deporte era drogadicto. En principio, dos cuestiones inconcebibles al mismo tiempo.
Entender al genio implica comprender a la persona. Creo que justamente por eso no dejamos de ver el mismo gol de Maradona una y otra vez; pues como nunca se entendió al hombre, es mejor disfrutar con el genio.
Pie de foto: Maradona celebrando un gol | Web Maradona Gruop
