Por favor, no malinterpreten el titular, les invito a que me acompañen en esta reflexión. El 22 de julio tuvo lugar la última sesión de control al Gobierno antes de las vacaciones de agosto. En mi opinión, no creo que con un país al borde del colapso financiero, y que debe reestructurarse casi al completo para poder cumplir con las obligaciones adquiridas con nuestros socios europeos; ningún político/a deba descansar. Sobre todo, los miembros del Gobierno. Sin embargo, si creo que el pueblo español merece unas merecidas vacaciones de sus políticos.
Debate parlamentario tras debate parlamentario, hemos asistido a todo un espectáculo político que poco o nada tiene que ver con el ejemplo de la sociedad. Frente a la bronca y el insulto, en su mayoría, el pueblo español ha sido solidario, responsable y capaz de hacer frente a una crisis sin precedentes.
Transportistas, agricultores, farmacéuticos o empleados de supermercados han hecho posible que sobrevivamos a una experiencia social tan poco habitual como el confinamiento. Ellos sí merecen vacaciones. Mención especial merecen nuestros sanitarios, auténticos héroes que ni siquiera contaban con las debidas protecciones para ejercer dignamente su oficio, que no es otro que el de salvar vidas.
Nuestros políticos, me atrevería a aventurar, podrían plantearse una reducción salarial y devolver las dietas que han cobrado sin trabajar. Pero, en ningún caso, unas vacaciones. Sin embargo, el pueblo español sí merece unas vacaciones de la polarización política que intentan crear los políticos.
La clase política necesita volver a ser útil
Apenas habían pasado unas horas del cierre de la cumbre europea, cuando en España se volvía a la política de bandos. Es deprimente y verdaderamente triste que tras conseguir que 27 países sean capaces de alcanzar un acuerdo en apenas 72 horas, la respuesta del Gobierno y de sus socios, 24 horas después, sea bloquear a la oposición.
Parece que todavía nuestros políticos no han entendido una cosa: o todos remamos juntos o no vamos a ninguna parte.
Es más fácil para el Gobierno cruzar la línea roja de pactar con EH Bildu, que plantearse unos presupuestos con el apoyo del Partido Popular y Ciudadanos. Titulares como “Los aliados del Gobierno dan un aviso para el Presupuesto: ni con Cs ni con PP” (El Confidencial) o “Iglesias avisa a Sánchez de que unos Presupuestos con el PP son «incompatibles» con Podemos” (El Periódico), dicen mucho de la actitud del Gobierno y sus socios. Se trata una clase magistral de política de trinchera, polarización e intolerancia, que olvida que la política se basa en alcanzar acuerdos y no en profundizar en las diferencias.
El debate sigue crispado, fomentando el odio y levantando muros, mientras miles de autónomos y empresas bajan sus persianas para no volver a levantarlas.
Sí, necesitamos un descanso de la política.