Las redes sociales se han convertido en una forma de comunicación que forma parte de nuestro día a día, tanto profesional como personal, generando un nivel de dependencia del que no somos conscientes. Subimos nuestra vida a Instagram, la red social de la imagen, para que el resto del mundo vea lo que estamos haciendo casi al minuto. Compartimos, en mayor o menor medida, esto va más vinculado a la edad y los usos de las redes sociales; Facebook. Pero como si de una droga se tratase, todos usamos WhatsApp para charla con un amigo, para hablar con nuestra pareja, como compartir esa idea con el grupo del trabajo o acabar de matizar el plan perfecto con los compañeros para este fin de semana. Todos estamos dentro, pero ¿qué hay de nuestro nivel de exposición? ¿Dónde queda la intimidad?
En este sentido, Facebook, Instagram y WhatsApp no pasan por su mejor momento, o mejor dicho, Mark Zuckerberg no pasa por su mejor momento. Como es sabido, las tres empresas son propiedad de Zuckerberg que cada día está más puesto en cuestión. Los casos de filtraciones de datos, la falta de privacidad y lo abusivo, en algunos casos, de los límites de la intimidad de los usuarios han suscitado polémicas y han cambiado la percepción que la gente tenía de uno de los principales creadores de redes sociales.
The Facebook portada de la revista Times
Este hecho quedó plasmado con la portada de la Revista Time donde aparece la cara del Zuckerberg con la frase «¿Borrar Facebook?: cancelar o borrar». Atrás queda una década dorada donde las redes sociales y su hijo predilecto, Mark Zuckerberg, eran portada de la misma revista, pero como persona del año.
Por lo que respecta a mi opinión, creo que las redes sociales representan una parte bastante amplía de las comunicaciones actuales y, durante la pandemia; permitió a muchos seres queridos mantener el contacto. Por lo tanto, creo que debemos cuestionar si es o no un monopolio el conglomerado de Facebook, creo que debemos cuestionar si han roto la privacidad de los usuarios, pero, sobre todo; creo que debemos de cuestionarnos a nosotros mismos.
Este artículo ha sido publicado originalmente en el Diari de Tarragona, puedes consultarlo aquí