La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, habla de dignidad laboral al mismo tiempo que se precariza, desde su Gobierno, a los residentes de último año de medicina. Así, el pleno del miércoles 25 de marzo en el Congreso de los Diputados, donde se modifica la reforma laboral, ha vuelto a sacar a la luz la polarización del hemiciclo.
Ni izquierda ni derecha han sido capaces de poner sobre la mesa algo tan escandaloso como la prórroga del contrato a los residentes de último año.
¿Por qué es tan relevante este hecho? Recordamos lo que decían los residentes de último año en un comunicado:
“Un médico en formación o médico interno residente (MIR) pasa por 6 años de carrera universitaria estudiando medicina, posteriormente ha de preparar y superar una oposición nacional, tras lo que comienzan 4 o 5 años de especialidad. Una vez transcurrido ese tiempo, si tiene una evaluación favorable, se le concede el título de especialista de área que corresponda.
Con esta medida, los médicos que están a escasos 2 meses de convertirse en especialistas se les bloquea con un contrato de formación, no permitiendo que alcancen el título de especialista que merecen. Junto a esta medida se ha propuesto contratar a médicos sin formación especializada para dar soporte a esta situación tan difícil. Es incoherente que se niegue el título a los “casi ya” especialistas y se contrate a aquéllos que no lo son como tales.
Una opción más justa y lógica sería mantener a estos especialistas en sus respectivos centros sanitarios mientras sean necesarios y hasta control de la situación, con contratos de la misma duración que han planteado, pero reconociéndose lo que son, especialistas, no alargando el contrato de residente”.
Unos profesionales a la altura para un Gobierno sobrepasado
Si algo pone de manifiesto una crisis es la capacidad de sus dirigentes para afrontarla. De todo esto que está pasando en nuestro país en particular y en el mundo en general, bajo mi punto de vista; debemos de sacar varias lecciones en claro.
En primer lugar, el ser humano es realmente frágil. Esto es una lección que desde la gestión política se tiene que asumir para estar siempre alerta de cara al futuro. La negación de las evidencias, por vagas que éstas sean, no puede ser la forma de afrontar un problema.
Lo estamos viviendo ahora. Si bien es cierto que debido al alto grado de transmisión que tiene este virus era imposible evitar la transmisión de casos, no es menos evidente que se podían haber tomado medidas mucho antes. Esto es, evitar las grandes concentraciones como las del 8M. Pero no solo esto, partidos de fútbol, mítines políticos etc.
Por otro lado, hay que destacar la precarización constante de nuestros sanitarios. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mencionó esto como “gasto superfluo”. El quiso, en sus palabras, transmitir que tanto profesionales sanitarios como política y militares son una necesidad de nuestro estado del bienestar y que nunca debemos poner en entredicho. Estamos de acuerdo.
Sin embargo, nuestros sanitarios no cuentan con los equipos de protección adecuados. Esto se traduce en que nuestros Héroes y Heroínas con mayúsculas son el colectivo sanitario más perjudicado del mundo. De hecho, medios como el País titulan “El 12% de los contagiados por coronavirus son trabajadores sanitarios”.
Coronavirus y la humillación de un colectivo necesario
Además de esto, lo cual es gravísimo, pero es un hecho que cubren todos los medios de comunicación; otro elemento que se está quedando en la sombra y es igualmente grave, es el trato que el Gobierno está dando a los residentes de último año. Se exponen para salvarnos y, sin embargo, desde el Gobierno se ha optado por “establece la prórroga de la contratación de los residentes en el último año de formación”, en lugar de pasar a ser especialistas. Y, lo que es todavía más reprochable, algunas especialidades si van a contar con los Comités de Evaluación habituales que tienen lugar el próximo mes de mayo mientras otras no.
Esto hace plantearse la siguiente cuestión: si se pueden constituir algunos Comités de Evaluación ¿por qué no se convocan a todos?
Y si el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ¿fuese médico?
Este es otro de los grandes elementos que debemos de sacar de esta crisis, al menos, bajo mi punto de vista. Creo, sinceramente, que sería oportuno replantearnos la forma en la que las personas pueden acceder a ciertos cargos. Esto es, que los ministros, como mínimo, deberían de ser especialistas con una trayectoria dilatada en su campo.
Veamos el ejemplo más claro: Salvador Illa, ministro de Sanidad, es Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, según datos oficiales de su currículo publicado por la Moncloa. En cuanto a la trayectoria de Salvador Illa, encontramos muchas cuestiones, pero ninguna relacionada con la medicina:
- Ministro de Sanidad y Bienestar Social (enero 2020-actualidad)
- Gerente de Empresa, Cultura e Innovación del Ayuntamiento de Barcelona (2016)
- Director de Gestión Económica del Ayuntamiento de Barcelona (2010-2011)
- Director general de Gestión de Infraestructuras del Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña (2005-2009)
- Alcalde de La Roca del Vallés (1995-2005)
- Profesor asociado de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna
Ahora, que estamos atravesando una crisis sanitaria, nos planteamos qué hubiera pasado si el ministro o ministra de Sanidad hubieran estudiado medicina. Además, imaginen, que hubiera hecho el MIR, pasado por una residencia de 4 o 5 años y después de varios años, hubiese ejercido como jefe de área de un hospital o director de este durante años y finalmente ministro o ministra de Sanidad.
Quizás, y solo quizás, podría haber afrontado esta crisis sanitaria de otra manera. Es probable que hubiera sido consciente de los problemas de abastecimiento de material que de por sí atraviesan los hospitales. Es probable, que siendo él o ella médico tendrían en cuenta que no puedes tratar a los residentes de último año como se le están tratando.
Nuestros residentes Sí Son Especialistas ¿deberían de serlo nuestros ministr@s?