EL Fondo Monetario Internacional ocupaba las portadas de todos los medios e informativos de nuestro país el pasado miércoles. “El FMI cree que España será el país desarrollado más golpeado por el virus” titulaba El País; “Jarro de agua fría del FMI: vaticina una recuperación mundial lenta en forma de L” publicaba El Mundo; “El FMI aboca a España al hundimiento”, recoge el editorial de La Razón.
Desde la institución se daban a conocer las últimas proyecciones de crecimiento de Perspectivas de la economía mundial, donde se confirman las malas previsiones para España. Así, frente a las grandes esperanzas de una recuperación rápida en V o la V asimétrica que quería vender el Gobierno, el FMI nos devuelve a la realidad con una crisis de larga duración.
Para ello, desde la institución se advierte que el PIB español caerá un 12,8 % en este 2020 y el crecimiento en 2021 será del 6,3%. A nivel global, desde el FMI explican que “se prevé que el producto mundial disminuirá 4,9% en 2020 —o sea, 1,9 puntos porcentuales menos que lo proyectado en abril— y que estará seguido de una recuperación parcial, con un crecimiento de 5,4% en 2021”.
Pero ¿cómo nos puede sorprender estas previsiones? Casi me atrevería a decir que son benévolas con la que se nos viene encima. En España vivimos en el bucle de la negación, la OCDE, la Unión Europea y el Banco de España ya advirtieron que no iba a ser nada fácil salir de la crisis y animaban al Gobierno a tomar distintas medidas. Y ahora, que el FMI ha confirmado lo que todos los organismos e instituciones ya decían, se desata el pesimismo.
La credibilidad, uno de los principales problemas de España
Los partidos y políticos no paran de gritar las muchas reformas que hay que llevar a cabo para evitar la crisis, pero cuando viene nadie ha hecho nada salvo perder la credibilidad. En palabras de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, «No hay que restituir lo que no ha existido«.
Mientras el resto de los países se unen para dar soluciones reales en España vivimos en una lucha de bloques constante. En principio, esta lucha tiene como eje central recolectar votos para una formación u otra, pero ¿y si no es así? Y si los españoles con su voto conforman otra coalición ¿qué va a pasar? Por esta razón, los países serios y con credibilidad, están dando forma a planes para salir de la crisis sin importar las siglas.
Yolanda Díaz también culpa al Partido Popular
Esta parece que va a ser la estrategia del Gobierno para todo: la culpa es del PP. Hemos pactado con Eh Bildu por culpa del PP, no tenemos presupuesto por culpa del PP, y ahora, la culpa del retraso en el pago de los ERTES es del PP, según ha declarado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el programa Espejo Público en el espacio “Un café con Susana”.
La ministra argumenta que la culpa es del PP por los recortes realizados hace 8 años. No por la burocracia o las millones de trabas que existen en nuestro país para hacer cualquier gestión, no. La culpa es del PP.
España tiene problemas estructurales de gran calado que nada tiene que ver con los recortes del Partido Popular y que ningún partido se ha interesado por corregir en los últimos 44 años.
Problemas de la España frente a la fantasía política
.@Yolanda_Diaz_ :»Los ERTE no funcionan como en otros países porque aquí los contratos son precarios» ▶https://t.co/oBFRtUEjZk pic.twitter.com/5lrpWpBabu
— Espejo Público (@EspejoPublico) June 25, 2020
Yolanda Díaz lleva razón en una cosa, parte de la culpa es del PP. Pero obvia lo más importante, también del PSOE y de su partido, Unidas Podemos, pues en lo que llevan de Gobierno España solo ha tenido problemas económicos. Y por supuesto, me refiero al periodo anterior a la COVID19.
En estos 44 años de democracia se han aprobado 52 modificaciones de la ley laboral, existen más de 40 tipos de contrato y el sistema educativo va camino de reformarse por octava vez. Estos son los problemas reales de nuestro país.
Sí, la mayoría de los contratos a personas jóvenes que se realizan en nuestro país son precarios, pero ¿qué se ha hecho desde la política para corregirlo? Nada. Es difícil que sea algo que nuestros políticos conozcan, cuando solo 2 de los miembros del Gobierno han trabajado en el sector privado.
España es un país con una gran temporalidad es sus contratos debido a que gran parte de nuestra riqueza se basa en el turismo. A su vez, el turismo dura lo que dura, entre 3 y 4 meses. Creo que aquí no hay más preguntas.
La corrupción en forma de enchufismo es otro de los grandes elementos que caracteriza a nuestro país. Sin embargo, con más de 90 cargos a dedo que ha nombrado el presidente, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz no ha mencionado este apartado.
De la generación más preparada a la emigrante
Los jóvenes se van de España, pero ¿Por qué se van? Pues si ves que fuera te valoran más que en tu país, donde uno sin formación puede ocupar un puesto para el que tú llevas años preparándote, pues no te motiva a quedarte.
Si en Alemania o Inglaterra pagan de media el doble que en España para ingenieros, médicos o cualquier otro profesional, parece que la elección es sencilla. No solo eso, en España, dependiendo de lo que quieras ejercer, te puedes ir olvidando de hacerlo hasta los 40. De esta forma, España tiene un problema en cuanto al envejecimiento de la plantilla de profesores universitarios. Pero, si la edad media para ser ayudante doctor, que es la primera figura de la carrera académica, es de 40 años ¿qué se puede esperar?
En España nunca hubo opción a una V asimétrica, porque no estábamos preparados para la crisis. La mayoría de los trámites burocráticos en nuestro país se realiza de seis meses a un año. La justicia no es lenta, más bien es eterna. Montar una empresa conlleva una gran cantidad de burocracia y los impuestos se multiplican como los panes y los peces. Además, se paga uno de los autónomos más caros con relación al contexto europeo.
Estos si son algunos de los problemas reales de nuestro país y no, no son culpa del PP, son culpa de todos los partidos políticos que nos han llevado a esta situación. Las palabras en campaña pierden todo su valor cuando se llega a la Moncloa, cambiando la regeneración por inmovilismo.