Si algo parece dejar claro esta crisis del coronavirus es la poca capacidad de reacción de nuestra clase política. El actual Gobierno presidido por Pedro Sánchez ha rectificado en casi todas las decisiones que ha ido tomando a lo largo de la crisis: “El Gobierno vuelve a rectificar: los autónomos podrán cobrar paro y percibir otra prestación” ABC 09 de abril; “El Gobierno y las CCAA rectifican y evaluarán a los MIR en mayo” OMC, 14 de abril; “El Gobierno rectifica tras las críticas y permitirá a los niños dar paseos por la calle” El Confidencial 21 de abril; y así podríamos seguir con más titulares.
Por cada decisión que ha tomado el Gobierno se ha tenido que llevar a cabo una rectificación. Perdón, salvo en las que son de vital importancia para sobrevivir a la crisis como El Gobierno aprovecha el decreto del Covid para blindar a Iglesias en la comisión del CNI y para crear 14 nuevas direcciones y subdirecciones que, sin lugar a dudas, son imprescindibles para el devenir de la pandemia.
Y ahora, Pedro Sánchez sale en otra declaración desde Moncloa para decir “es que no hay plan B. El plan B es el plan A. El Plan A es el Estado de alarma”.
El problema de Gobernar sin rumbo
España es un país extremadamente polarizado, esto conlleva un gran problema y es gobernar por imposición ideológica. Frente a un gobierno que quisiera escuchar ante una oposición que propusiera, estamos ante un Gobierno unilateral frente a una oposición que critica y no ofrece alternativas claras.
Esto nos lleva al quid de la cuestión: la obsesión por el poder. Este deseo por gobernar ha sido una de las principales variables a tener en cuenta para entender el impacto de la crisis en nuestro país.
El 30 de enero, no el 20 de marzo o el 1 de abril, la Organización Mundial de la Salud decretó el estado de alerta global por el coronavirus. Este mismo aviso se sucedió el 24 de febrero y el 28 de febrero, pero en está ocasión ya advertía a España que se preparase para la pandemia. El 2 de marzo fue la Unión Europa quien lo advirtió.
Pues bien, el 8 de marzo el Gobierno no anuló la manifestación feminista como sería lo lógico y salió a la calle tras todas estas advertencias, al mismo tiempo que la Comunidad de Madrid tuvo que decretar el cierre de colegios y otros espacios 24 horas después.
El Gobierno, en sus juegos de poder interno, tenía la presión de convocar el 8 de marzo debido a los distintos problemas acontecidos entre el Ministerio de Igualdad, de Podemos, y el de Justicia, del PSOE. Entre otras muchas disputas en el seno del Gobierno por esta cuestión.
¿Qué se hizo desde la oposición? Pues, por ejemplo, Vox convocó un acto multitudinario en Vistalegre. Este es el nivel.
Y sin rumbo seguimos
Ante las grandes incógnitas que plantea esta crisis, sobre todo, las consecuencias económicas que esta nos va a dejar, el presidente aclara en su rueda de prensa “Tenemos cuatro años por delante de legislatura para reconstruir social y económicamente nuestro país”.
Esta parece ser la única certeza que el presidente ofrece, al mismo tiempo que aclara “los cálculos es que estamos en condiciones de recuperar la riqueza y el empleo en los próximos dos años, en 2021 y 2022, para terminar en 2023 mejor de lo que estábamos al comenzar este año tan dramático como consecuencia del COVID19”.
Todo pasa por un gran Pacto de Reconstrucción Social y Económica de los que, a 4 de mayo, solo sabemos que se va a realizar mediante Comisión Parlamentaria. Además, el viernes 24 de abril, tras anunciar el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, 48 horas antes que sería un pacto de todos; PSOE y Unidas Podemos registran la comisión de reconstrucción e ignoran las pretensiones del PP tal y como recogía el diario.es
En este sentido, el Gobierno coge y tras llegar a un principio de acuerdo se desmarca de todo el mundo y proclama metodología como la única y piden el apoyo a todos.
Pero ¿por qué PSOE y Unidas Podemos registran su propuesta de comisión de reconstrucción sin pactarla con el PP? Muy sencillo: La propuesta no incluye analizar la gestión del Gobierno.
No hay plan B y, por lo tanto, no hay plan A
Este artículo ha sido publicado en Periodista Digital
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